jueves, 19 de junio de 2014

Paró de Llover

Ya no recuerdo cuanto tiempo llevaba lloviendo en la ciudad y lleno de melancolia la acompañé a la estación a coger aquel estúpido tren que la alejaría de mí sin remedio, no podía hacer nada para impedirlo, mis nulos conocimientos   de mecánica de trenes hacia imposible cualquier plan por sabotearlo y el secuestro del maquinista me parecía algo que necesitaba mas planificación que unos minutos en el andén de una estación pensando como llevarlo a cabo.

Resignado y agarrando su mano estábamos los dos  en el andén, de pie, mirándonos a los ojos y empapándonos con  aquella lluvia incesante y que ya no sentíamos, no nos importaba. 
Ojalá fuéramos una imagen capturada como la  de esas postales románticas que se venden en los quioscos de prensa, lo que querría decir que viviríamos para siempre en aquel instante, que el tiempo se detendría y que el tren nunca se pondría en marcha.




Pero aquel  maldito tren no entendía de postales y menos de romanticismo, allí seguía a nuestro lado con el motor rugiendo, como queriéndonos decir que nos despidiéramos ya. Aunque mi percepción era que estábamos solos en el universo de aquella estación, tenia la extraña sensación que había gente subiéndose al tren sin importarles que no quisiéramos que arrancara nunca ¡¡¡que desconsiderados!!

Mientras tanto los  recuerdos de aquel tiempo pasado con ella inundaban mi memoria,me gustaba todo de ella, incluso sus defectos me parecían maravillosos y es que el amor es un potente alucinógeno. Me venían flases de  imágenes, como la  de su rostro sonriendo mientras observaba a dos niños jugar en el jardín, sus carnosos labios fundiéndose con los míos mientras cerraba esos preciosos ojos verdes que iluminaban mi vida, su forma tan peculiar de beber siempre con pajita o su voz desafinada cantando en la ducha todo lo que tuviera versos y rimara. Mi boca se lleno del sabor de aquella tarta de chocolate que le salía tan mal pero que me la comía solo para poder verla  intentando quitarme el chocolate de mis mejillas cuando me ponía perdido a propósito. Me socorría cuando estaba herido, hacia que saliera el sol en los días mas oscuros, su voz era un mar de plumas acariciándote la piel cuando los pelos se me ponían de punta , me explicaba si herirme porque no le entusiasmaban  las pelis de Woody Allen que le hacia ver, aunque sus argumentos nunca podrían convencerme  las charlas sobre cine  de madrugada eran como caricias sin besos, aunque al final siempre llegaban los besos y los sueños compartidos entre sabanas blancas.
Todo aquello que me enamoraba de ella pasó como un corto por mi cabeza,  dicen  que instantes antes de morir ves toda tu vida pasar en unos segundos como si fuera una película, en mi caso debió ser porque me  estaba muriendo de amor y ella era toda mi vida .

Por supuesto seguía lloviendo y  sentía que no quería que fuera la última vez que agarraba su mano, en el momento que ella rompió ese silencio casi  mágico y compartido que nos unía en el  precipicio en el  que nos encontrábamos   y me preguntó  - ¿de qué te estas riendo? - no entendí la pregunta porque aunque estaba recordando lo maravillosa que era, mi rostro era de seriedad y tristeza; en ese momento yo sonrío y ella  sonríe, justo cuando el revisor la invita a subir al tren porque ya no puede esperar más ( igual habría tenido que secuestrar  a este revisor tocapelotas que esta siendo cómplice de su marcha, pensé), y simplemente se fue sin decir una sola palabra.

Cuando me volvía para casa  caminando, calado y con su última mirada de adiós recorriendo mi cuerpo como un veneno que no quieres olvidar, ella me envió un  mensaje de texto preguntando - ¿de que te ríes? - ...y entonces paró de llover.    



2 comentarios:

  1. Hoy, justo hoy hace 1 mes el se fue, no acostumbro a comentar, pero... justo un mes y tu, tu lo describiste.
    Una lagrima de este ser invisible es para ti, para ese texto y este recuerdo hermoso y tomentoso, ¿sabes? Tambien llovia mucho...

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    1. Gracias por tu lágrima que me emociona. Quédate con el recuerdo hermoso, que nunca se vaya y recuerda que al final la lluvia paró. Un abrazo ser invisible.

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