Resignado y agarrando su mano estábamos los dos en el andén, de pie, mirándonos a los ojos y empapándonos con aquella lluvia incesante y que ya no sentíamos, no nos importaba.
Ojalá fuéramos una imagen capturada como la de esas postales románticas que se venden en los quioscos de prensa, lo que querría decir que viviríamos para siempre en aquel instante, que el tiempo se detendría y que el tren nunca se pondría en marcha.
Mientras tanto los recuerdos de aquel tiempo pasado con ella inundaban mi memoria,me gustaba todo de ella, incluso sus defectos me parecían maravillosos y es que el amor es un potente alucinógeno. Me venían flases de imágenes, como la de su rostro sonriendo mientras observaba a dos niños jugar en el jardín, sus carnosos labios fundiéndose con los míos mientras cerraba esos preciosos ojos verdes que iluminaban mi vida, su forma tan peculiar de beber siempre con pajita o su voz desafinada cantando en la ducha todo lo que tuviera versos y rimara. Mi boca se lleno del sabor de aquella tarta de chocolate que le salía tan mal pero que me la comía solo para poder verla intentando quitarme el chocolate de mis mejillas cuando me ponía perdido a propósito. Me socorría cuando estaba herido, hacia que saliera el sol en los días mas oscuros, su voz era un mar de plumas acariciándote la piel cuando los pelos se me ponían de punta , me explicaba si herirme porque no le entusiasmaban las pelis de Woody Allen que le hacia ver, aunque sus argumentos nunca podrían convencerme las charlas sobre cine de madrugada eran como caricias sin besos, aunque al final siempre llegaban los besos y los sueños compartidos entre sabanas blancas.
Todo aquello que me enamoraba de ella pasó como un corto por mi cabeza, dicen que instantes antes de morir ves toda tu vida pasar en unos segundos como si fuera una película, en mi caso debió ser porque me estaba muriendo de amor y ella era toda mi vida .
Por supuesto seguía lloviendo y sentía que no quería que fuera la última vez que agarraba su mano, en el momento que ella rompió ese silencio casi mágico y compartido que nos unía en el precipicio en el que nos encontrábamos y me preguntó - ¿de qué te estas riendo? - no entendí la pregunta porque aunque estaba recordando lo maravillosa que era, mi rostro era de seriedad y tristeza; en ese momento yo sonrío y ella sonríe, justo cuando el revisor la invita a subir al tren porque ya no puede esperar más ( igual habría tenido que secuestrar a este revisor tocapelotas que esta siendo cómplice de su marcha, pensé), y simplemente se fue sin decir una sola palabra.
Cuando me volvía para casa caminando, calado y con su última mirada de adiós recorriendo mi cuerpo como un veneno que no quieres olvidar, ella me envió un mensaje de texto preguntando - ¿de que te ríes? - ...y entonces paró de llover.
Hoy, justo hoy hace 1 mes el se fue, no acostumbro a comentar, pero... justo un mes y tu, tu lo describiste.
ResponderEliminarUna lagrima de este ser invisible es para ti, para ese texto y este recuerdo hermoso y tomentoso, ¿sabes? Tambien llovia mucho...
Gracias por tu lágrima que me emociona. Quédate con el recuerdo hermoso, que nunca se vaya y recuerda que al final la lluvia paró. Un abrazo ser invisible.
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