El calor de aquella noche de agosto nos empapaba de sudor sin apenas movernos, la ciudad estaba vacía y a través de las ventanas abiertas solo se escuchaba el paso de algún tacón camino a una nueva decepción, los botes de la pelota que se les escapaban a los niños y que cruzaban de vez en cuando la calle con inocencia y sin mirar para los lados. La habitación era una sauna, el bochorno en el ambiente se mezclaba con el aire caliente que salía del ventilador antiguo que colgaba del techo, una cama con el colchón de muelles ruidosos, pósters de Patti Smith, Janis Joplin y Jim Morrison completaban una decoración vintage con la que soñaría Virginia Woolf para regresar y volver a suicidarse con un estilo mas bohemio y rebelde. Se respiraba un aire a novela policiaca barata donde detective y sospechosa acaban haciendo el amor a ritmo de un tango argentino que sonaba en una vieja radio porteña.
En un delicioso desorden nos rodeaban libros, guías de viaje, books fotográficos y novelas con tapas blancas sobre todo, algunas fotos de sonrisas tomadas durante el día y mapas arrugados con destinos subrayados. Los sentimientos saltaban al son de los muelles y la imaginación se excitaba ante toda la escena con infinitas posibilidades, los deseos se escribían en los ojos sin que las palabras estorbaran y la química era perfecta entre nuestros cuerpos. Ella con sus historias de aventuras y poesía agotadas por un momento, no eran capaces de ocultar su pasión por el placer que deseaba sentir a través de sus sentidos.Las pequeñas gotas de sudor que resbalaban por su cuerpo le daban un sabor aún mas dulce a su piel, no había probado nunca un agua tan fresca, con los labios pegados conseguía convencerme para que nunca me separara y dejé que me dominara hasta saciar su sed de posesión. Me contagiaba de su lujuria a través de sus movimientos mientras sus ojos penetraban mi alma y me decían que no estaba en ninguna otra parte, estaba ahí conmigo y que no existía nada ni nadie más en la existencia que nosotros y esa calurosa habitación.
Encendí el penultimo pitillo y apuré la última cerveza creyendo ver sonreír a Jim Morrison en la pared, el calor seguia apretando aunque el amanecer empezaba a asomar a traves de la oscuridad, estaba agotado, con su sabor en mi boca y sus piernas rodeándome la cintura. Volví a su lado y pude disfrutar de su respiración agitada y entre cortada mientras yo también conseguía calmarme. Volvían sus palabras para mecerme y descubrirme historias jamas descritas con tanto detalle, se hace difícil describir como es la sensación de que distintas emociones estén despiertas a la vez, con tanta intensidad que te creerías inmortal, solo la química, la vida, la fusión de dos cuerpos puede ser capaz de crear un energía tan poderosa.
Rendido pero con la misión de no dormirme para no volver a despertar entretenía su imaginación leyéndole poesía que consiguiera cerrar con ternura sus ojos llenos de paz y esperando que nunca mas volviera a amanecer, porque ¿quién querría abandonar este refugio lleno pasión y sensaciones maravillosas y que nos da cobijo aunque solo sea por una noche de un mundo que llora por ver como los hombres se matan entre sí en guerras sin sentido y no poder hacer nada.? como si algo fallara en la humanidad.
Llenarla con palabras de esperanza antes de que se duerma y no volverla a ver nunca más seria mi manera de amarla y sentir que al fin voy a ser parte de ella para siempre mientras pongo el final al sueño de un verano.
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