sábado, 10 de mayo de 2014

En Clave de Humor

Pongamos que un chico llamado Luis se siente atraído por una mujer llamada Esther. El le propone ir juntos al cine, ella acepta, se lo pasan bien y hay una buena química entre ambos. Pasados unos días  el la invita  a cenar y de nuevo están a gusto y la química no ha desaparecido. Siguen viéndose regularmente y después de unos meses de una forma natural  los dos deciden  que no van a quedar con nadie más.

Entonces, una noche cuando van hacia casa, un pensamiento  recorre la cabeza  de Esther y, sin pensarlo realmente, ella dice: 

- Te das cuenta de que justo hoy hace seis meses que nos vemos? 

Y entonces se hace el silencio en el coche.Un silencio que parece eterno pero que en realidad solo dura unos segundos. A Esther le parece un silencio estruendoso. Ella piensa: -Vaya, me pregunto si le habrá molestado que yo haya dicho eso. Quizás se siente restringido por nuestra relación; quizás crea que yo estoy tratando de forzarle a alguna clase de obligación que el no desea, o sobre la que no esta muy seguro.


Y Luis esta pensando: -Vaya. Seis meses.

Y Esther piensa: -Pero yo tampoco estoy segura de querer esta clase de relación. A veces me gustaría tener un poco más de libertad, para tener tiempo de pensar sobre lo que yo realmente quiero que nos mantenga en la dirección a la que nos estamos dirigiendo lentamente... quiero decir, ¿hacia donde vamos? ¿Vamos simplemente a seguir viéndonos en este nivel de intimidad? ¿Nos dirigimos hacia el matrimonio? ¿Hijos? ¿Una vida juntos? ¿Estoy preparada para este nivel de compromiso? ¿Es que conozco realmente a esta persona? 

Y Luis piensa: -... así que eso significa que fue….. veamos… febrero cuando comenzamos a salir, que fue justo después de dejar el coche en el taller, o sea que... veamos el cuentakilómetros... ¡Leche! Tengo que cambiarle el aceite al coche. 

Y Esther piensa: -Está disgustado. Puedo verlo en su cara. Quizás estoy interpretando esto completamente mal. Quizás quiere más de nuestra relación, mas intimidad, mas compromiso; quizás el ha notado -antes que yo- que yo estaba sintiendo algunas dudas. Si, apuesto a que es eso. Por eso es tan reacio a decir nada sobre sus propios sentimientos. Tiene miedo de ser rechazado.-
 
Y Luis piensa: -Y voy a tener que decirles que me miren la transmisión otra vez. No me importa lo que esos imbéciles digan, todavía no cambia bien. Y esta vez será mejor que no intenten echarle la culpa al frío. _Que frío? Hay 30 grados fuera y esta chatarra cambia como un camión de basura y aún encima les pago  a esos ladrones incompetentes  300€.- 

Y Esther esta pensando:  -Está enfadado. Y no puedo culparle. Yo estaría enfadado, también. Dios, me siento tan culpable, haciéndole pasar por esto, pero no puedo evitar sentirme como me siento. Simple y llanamente, no estoy segura.-
 
Y Luis piensa: -Probablemente me dirán que solo tiene tres meses de garantía. Eso es justo lo que van a decirme, los  muy capullos.-
 
Y Esther esta pensando: -Quizás soy demasiado idealista, esperando que venga un caballero en su caballo blanco, cuando estoy sentada al lado de una persona buena de verdad, una persona con la que me gusta estar, una persona que realmente me importa, una persona a la que parezco importarle sin excusas. Una persona que sufre por causa de mi egocéntricas fantasías románticas de colegiala.-
 
Y Luis piensa: -¿Garantía? _¿Quieren una garantía? Les daré una garantía. Cogeré su garantía y se la ......-
 
- ¡¡Luis¡¡ -dice Esther en alto

- ¿Que? -dice Luis, sorprendido


- ¡¡Por favor, no te tortures así !! -dice ella, con un inicio de lagrimas en sus ojos. - Quizás nunca debí haber dicho... Oh, Dios, me siento tan...- Se interrumpe, sollozando.


- ¿Que? -dice Luis


- ¡Soy tan tonta! -solloza Esther-. Quiero decir, ya se que no hay tal caballero. Realmente lo se. Es estúpido. No hay caballero, ni caballo.


- ¿No hay caballo? -dice Luis.


- Piensas que soy tonta, _¿verdad? -dice Esther


- ¡No! -dice Luis, contento por fin de conocer la respuesta adecuada


- Es solo que... solo que... necesito algo de tiempo -dice Esther


Hay una pausa de 15 segundos mientras Luis, pensando todo lo rápido que puede, trata de decir una respuesta segura y que valga para todo. Finalmente se le ocurre una que cree que puede funcionar:


- Sí -dice


 
Esther, fuertemente emocionada, toca su mano:
- Oh, Luis, ¿realmente piensas eso?! -dice ella

- ¿El què? -dice Luis


- Eso sobre el tiempo -dice Esther


- Oh, -dice Luis-, si, claro.
 
Esther se vuelve para mirarle y fija profundamente su mirada en sus ojos, haciendo que el se ponga muy nervioso y aún mas desconcertado si cabe sobre lo que ella puede decir luego, sobre todo si tiene que ver con un caballo o caballero. Al final, ella dice:
- Gracias, Luis


- Gracias -dice Luis
 
Entonces el la lleva a casa y ella se tumba en su cama, un alma torturada y en conflicto. Llora hasta el amanecer. Mientras que Luis vuelve a su casa, abre una bolsa de patatas y una cerveza, enciende la tele e inmediatamente se encuentra inmerso en la retransmisión de un partido de tenis entre dos checos de los que nunca ha iodo hablar. Una débil voz en off en los mas recónditos rincones de su mente le dice que algo importante pasaba en el coche, pero esta  absolutamente  seguro de que no hay forma de que pudiese entenderlo, así que opina que es mejor no pensar sobre ello. (Esta es también la política de Luis acerca del arte contemporáneo )
 
Al día siguiente Esther llamará a su mejor amiga o quizás a dos de ellas, y hablarán sobre la situación unas seis horas seguidas. Con doloroso detalle, analizarán todo lo que ella dijo y todo lo que el dijo, pasando sobre cada punto una y otra vez, examinando cada palabra y gesto por nimios que fueran, considerando cada posible ramificación. Continuarán discutiendo el tema  una y otra vez a lo largo de varias semanas quizás incluso meses, eso si, sin llegar nunca a conclusiones definitivas y reescribiendo una y otra vez la misma peli en su cabeza.
 
Mientras, Luis ve un partido de fútbol con un amigo común suyo y de Esther, durante los anuncios el fruncirá el ceño y dirá:

- Raúl, ¿tu sabes si Esther tuvo alguna vez un caballo? 





















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